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Cuando un niño tiene cáncer, uno de sus mayores miedos —y el de sus padres— es el dolor. Se hace todo lo posible para aliviar el dolor durante el proceso de tratamiento.
Debido a que cada persona experimenta el dolor de manera diferente, el dolor de un niño no puede medirse con un análisis de laboratorio o una prueba de diagnóstico por imágenes. Los proveedores de atención médica pueden evaluar el dolor al observar al niño y hacerle preguntas. Hay varias herramientas y métodos para evaluar el dolor en los niños.
El dolor puede ser agudo o crónico. El dolor agudo es intenso y breve. Suele ser un indicio de que, de algún modo, se producen lesiones en el tejido corporal. Generalmente, desparece cuando las lesiones se curan. El dolor crónico es continuo. Y puede ir de leve a grave.
Muchas personas creen que los niños diagnosticados con cáncer tienen dolor. Pero esto puede no ser cierto. Y cuando un niño tiene dolor, por lo general, puede reducirse o incluso prevenirse. El tratamiento del dolor es un tema importante para hablar con el proveedor de atención médica de su hijo apenas le diagnostiquen cáncer.
El dolor puede deberse al cáncer o puede ocurrir por otros motivos. Por ejemplo, los niños suelen tener dolores de cabeza, malestar general, dolores y distensiones musculares propios de la infancia. No todos los dolores que expresa un niño se deben al cáncer.
El dolor causado por el cáncer puede depender del tipo de cáncer, del estadio de la enfermedad y de la capacidad de su hijo para tolerar el dolor. El dolor causado por el cáncer que dura varios días o más tiempo puede ser consecuencia de lo siguiente:
Un tumor que crece o ejerce presión sobre los órganos, nervios o huesos
Mala circulación de la sangre debido a que el cáncer ha obstruido los vasos sanguíneos
Obstrucción de un órgano o de un conducto en el cuerpo
Células cancerosas que se propagaron a otras partes del cuerpo (metástasis)
Infección o inflamación
Efectos secundarios de la quimioterapia, la radioterapia o una cirugía
Rigidez por inactividad
Respuestas emocionales a la enfermedad, como tensión, depresión o ansiedad
Retraso grave del desarrollo, que aumenta el riesgo de dolor sensorial y neuropático y la incapacidad de los proveedores para reconocer síntomas de dolor únicos, como tipos de sonidos (llanto, gemidos), expresiones faciales, movimientos, agresividad o risa.
Hay muchos tipos de medicamentos para tratar el dolor. Por lo general, las clínicas oncológicas pediátricas ofrecen varias opciones cuando se hacen procedimientos que pueden ser dolorosos, como la aspiración de la médula ósea o la punción lumbar. Hay muchos tipos de medicamentos y varias formas de administración. Van desde la sedación leve de muy corta duración (10 minutos) hasta la anestesia general completa en quirófano. Los analgésicos suelen administrarse de una de estas formas:
Por boca (vía oral)
Por vía intravenosa (IV), a través de una aguja que se coloca en una vena o la médula ósea en un hueso largo
Por medio de un catéter en la espalda
En la piel
Los siguientes son algunos analgésicos que se usan:
Analgésicos leves, como acetaminofén (paracetamol) e ibuprofeno
Opioide, como la morfina y la oxicodona
Sedación (generalmente por vía IV)
Anestesia general
Crema o parches que se aplican sobre la piel para adormecer la zona
Antidepresivos o anticonvulsivos para el dolor nervioso
Esteroides para reducir la inflamación; por ejemplo, para el agrandamiento del hígado o la inflamación en el cerebro
Radiación o bifosfonatos para el dolor en los huesos
Algunos niños pueden generar tolerancia a los sedantes y a los medicamentos para el dolor. Esto significa que quizás se deba incrementar la dosis o cambiar el medicamento con el transcurso del tiempo. El miedo a la adicción a los analgésicos es frecuente. Pero es importante entender que los objetivos son el bienestar, la funcionalidad y la calidad de vida en general. Esto significa tomar medidas para garantizar que el niño no sienta dolor. No hay pruebas que demuestren que los niños que reciben tratamiento contra el cáncer generen una adicción a los medicamentos para el dolor.
En otros tipos de tratamiento del dolor se usan formas de alterar el pensamiento y la concentración para disminuir el dolor. Por ejemplo:
Explicar con delicadeza por adelantado. Si un niño está preparado y puede entender lo que va a pasar, el nivel de estrés puede ser menor. Entre las formas de hacerlo se incluyen las siguientes:
Explicar detalladamente cada paso del procedimiento de modo que el niño entienda, con imágenes o diagramas simples cuando estén disponibles
Reunirse con la persona que llevará a cabo el procedimiento para que el niño tenga la oportunidad de hacer preguntas
Recorrer la sala donde le harán el procedimiento
Mirar un video que describa el procedimiento que se base en el nivel de comprensión del niño
Los niños más pequeños pueden simular el procedimiento en un muñeco o ver una demostración hecha en un muñeco
Hipnosis. Con la hipnosis, un proveedor de atención médica mental guía al niño hacia un nuevo estado de conciencia. Esto lo ayuda a centrar su atención para reducir las molestias.
Visualización guiada. Esto significa guiar al niño a través de una imagen mental agradable de imágenes, sonidos, sabores, olores y sentimientos. A menudo, puede desviar la atención del dolor.
Distracción. Esto significa mover la atención del niño. Puede distraer a los bebés con objetos coloridos y en movimiento. A los niños en edad preescolar se los puede distraer cantando canciones, contando historias o mirando libros o videos. En el caso de los niños mayores, mirar televisión o escuchar música son buenas opciones. Más allá de las distracciones, aun así tendrá que explicarle al niño lo que sucederá.
Relajación. A fin de aliviar el malestar, se les puede enseñar a los niños algunos ejercicios de relajación, como la respiración profunda y la elongación.
Terapias alternativas. La acupuntura, el masaje y la biorretroalimentación también pueden aliviar las molestias.
Cada niño experimenta el dolor de diferentes maneras. Es importante personalizar un plan de manejo del dolor según las necesidades de cada niño. Encontrar el mejor plan suele implicar probar diferentes métodos para determinar cuál funciona mejor.
En los niños con retraso grave del desarrollo, esto aumenta el riesgo de dolor sensorial y neuropático no tratado. La opinión del cuidador del niño es importante. Puede ser la percepción de un padre que conoce el comportamiento habitual de su hijo.